Algunos adolescentes de entre doce y quince años de edad han empezado a utilizar pañales para evitar desplazarse al baño mientras están conectados a los videojuegos durante 10 a 14 horas diarias aproximadamente, debido a la adicción a estos dispositivos, alertó especialista.
El psicólogo Iván Montes Iturrizaga, docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, sostuvo que este fenómeno no había sido reportado antes de la pandemia del coronavirus en Perú, pero que ya tenía registros en China hace varios años, donde tienen entre 30 a 35 millones de personas adictas a los juegos en línea, y en Corea del Sur, con 2 millones a 2 millones y medio de adictos.
“El uso de pañales para jugar es un indicador de que la persona realmente está en un deterioro bastante profundo de su vida familiar, productiva, por tanto, es una persona que necesita mucha ayuda e intervención. Ellos se documentan bastante bien, qué tipo de pañal, qué talla de pañal, qué tipo de cremas. Son comunidades, son tribus digitales donde se pasan esta información”, indicó a la agencia Andina.
Durante su presentación en la conferencia virtual “Prevención de las adicciones a la internet en el marco de la pandemia por la covid-19: claves para las familias desde la orientación escolar”, organizado por dicha casa de estudios, advirtió que las consultas sobre adicciones en el Perú llegan hasta al 18% de los casos, con expresiones de padres de familia como “no lo puedo parar”, “no lo puedo frenar”, “me es difícil controlarlo” o “se ha puesto pañal”.
El psicólogo educacional advirtió que, si bien los casos de adicción ya venían desde antes del confinamiento iniciado en marzo de 2020, el encierro ha agudizado esta problemática. “Y no solo es un problema que se presenta en niños o jóvenes, también en adultos”, subrayó.
“Muchas personas con adicciones a internet tienen percepciones de minusvalía, con limitaciones para interacciones sociales, con ansiedad social, encuentran en los juegos electrónicos un refugio para todos esos problemas. Hay enfoques terapéuticos en autoestima, habilidades sociales, tolerancia a la frustración”, agregó.
Según Montes, hay diversas acciones que se pueden realizar. Desde el colegio, por ejemplo, que los docentes dejen trabajos que los alumnos puedan desarrollar de forma manual, sin necesidad de la tecnología: dibujos, planos, origamis, esquemas, etc.
Además, si son pequeños, encargar búsqueda de textos, lecturas, pero acompañados de sus padres o abuelos, así la navegación estará acompañada.
En casa, Montes sostuvo que los padres deben generar actividades que sean más atractivas que los videojuegos para que puedan desapegarse de estos: “Jugar juegos manuales, pintar cosas de la casa o reparar algo que le genere curiosidad. También es necesario mantener horarios para los juegos: un buen tiempo es entre una hora, y hora y media”.
También ayudará tener reglas claras tanto entre los docentes con sus estudiantes, como entre padres e hijos. “En algunos casos, pueden estar escritas y pegadas en casa y que los mismos niños o adolescentes puedan ir marcando que cumplieron con cada una de ellas. Los más pequeños pueden hacerlo hasta con caritas felices”, puntualizó.
Según señaló Montes, el terapeuta, que puede ser psicólogo o psiquiatra, siempre tendrá impacto insuficiente si es que la familia no tiene un control parental positivo para poder suscitar otros intereses.
“El terapeuta puede avanzar bastante, pero si no se limita lo que está haciendo la niña o el niño, realmente la terapia no va a tener impacto. No es suficiente con decir “no juegues”, sino establecemos correctos vínculos”.
Una persona con adicción, con tal de seguir jugando, no quiere ni comer, ni estudiar, no le preocupa su futuro. Asimismo, se expone a daños en su salud por el exceso del uso de aparatos electrónicos, dejando de lado el ejercicio físico, generando problemas ergonómicos, así como problemas auditivos, abusando del consumo de café y energizantes.
“A través de las terapias cognitivas se puede combatir las creencias irracionales. Un pensamiento puede ser “jugando me siento mejor”, “jugando me siento importante". Ahí se discute autoestima como ser mejor que los otros, pero la autoestima no se debe sustentar en el logro, sino en la aceptación”, finalizó.