Como dice la canción “Que levante la mano quien no lloró por amor…” , algunos nos empecinamos en seguir pensando que puede llegar a pasar algo con esa persona (tu crush) que no siente lo mismo que uno. Porque al ser humano le encanta ser un masoquista emocional, y no solo es una simple idea porque la ciencia lo confirma.
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La neuropsicóloga y psicoterapéutica familiar y de pareja Carolina Ángel Ardiaca dice: “Existen muchos estudios basados en la neurociencia que explica el comportamiento humano, de los cuales se desprende la importancia de la generación de hormonas y neurotransmisores, siendo la oxitocina y la serotonina las consideradas hormonas de la felicidad”.
Esta popular hormona, no solo se segrega cuando nos enamoramos; o cuando se va a dar a luz o hay que amamantar a los recién nacidos. También aparece cuando hay una situación de crisis en la pareja. Por ejemplo las personas en una relación donde uno de la pareja duda de lo que siente, la otra siente que debe esforzarse más. La hormona podría promover la atención y la motivación hacia la relación cuando hay una amenaza”, comenta Kristoffersen en la presentación del estudio.
Esta hormona esta involucrado con el proceso de enamoramiento y para el mantenimiento de lazos afectivos y podría ser responsable de que en ocasiones las personas que se enamoran y les llevan a realizar actos atrevidos o inesperados.
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El empeño por gustarle a quien no le gustamos o a quien se aleja de nosotros está fuera de nuestro control. Pero existen diversas teorías en relación a por qué el ser humano tiende a buscar lo menos asequible. Una de ellas está basada en la percepción de una baja autoestima, a partir de la cual se sobrevalora e idealiza la figura del otro. Esto provoca que la búsqueda del amor y la aceptación no se gestione de buena manera, insistiendo durante un tiempo prolongado en una relación no correspondida, sin poder encajar el rechazo o la no reciprocidad en la elección.