La comunicadora peruana Marissa Chiappe acaba de hacer una fuerte denuncia en contra de un conocido periodista. Chiappe utilizó su cuenta de Twitter para relatar el ‘infierno’ que tuvo que pasar en una “relación abusiva” (como ella la califica).
A pesar que no reveló la identidad del agresor, Marissa confirmó que su agresor es un periodista con quien trabajó años atrás.
Ella narró que su relación con el comunicador empezó poco tiempo después de haber enviudado y que estaba embarazada.
Marissa Chiappe comenta que fue tanto el tormento y las humillaciones, que en una ocasión, intentó quitarte la vida. Sin embargo, pudo evitar una terrible tragedia.
Este es el testimonio completo de Chiappe a través de Twitter:
"Cómo sobreviví a una relación abusiva. Hace unos años empecé una relación con un periodista. Éramos amigos incluso me había apoyado en el momento más duro de mi vida. Enviudé embarazada de un momento a otro (pero esa es otra historia).
Ahora sé que muchas veces los abusadores se presentan así:
Buscan personas en estado vulnerable y practican el
Love bombing (hacen creer que todo el perfecto y rápidamente quieren avanzar en la relación) así bajas tus defensas. Aquí viene lo bueno:
Una vez que te creíste el cuento comienza lo peor: Nos mudamos juntos muy rápido y comenzó mi infierno. Se intoxicaba hasta la inconsciencia, desaparecía noches enteras que yo buscaba de hospital en hospital lo que me llevó a un estado emocional muy frágil.
Primero me pedía perdón y luego empezó a culparme. Decidí dejarlo y empecé a ir a terapia. Me convenció que volviera con él, que todo iba a cambiar. Incluso me esperaba fuera de la terapia (ahora me doy cuenta de lo enfermizo de esto pero en ese momento no). Terminamos volviendo.
Más afianzado en su situación de poder comenzó el gaslighting (ese término viene de una película en la que un hombre hace creer a su pareja que está loca).
Exactamente igual. Pero con el agravante que me hacía sentir loca y bruta. Por ejemplo: ‘¿cómo vas a manejar bien si eres mujer?’, ‘¿Tú qué sabes, si eres una mujer vana?’, y ‘eso no es un insulto es tu realidad’, ‘¿cómo voy a comer esta porquería? ( que yo preparé)’, ‘¿Y tú qué aportas a esta casa?’, ‘pobre tu hijo tenerte como madre’. Controlaba mis gastos.
Empecé a tener comportamientos autodestructivos (autolesionarme, a subir de peso sin parar, no dormir). Cada vez que llegaba borracho tenía miedo. Eso era entre 3 a 4 veces por semana. Tampoco me atrevía a contarle a alguien lo que sentía o estaba viviendo. Porque era mi culpa.
Él me había convencido que mi estado era vulnerable por lo que había vivido y que todo era una percepción mía. ¿Qué amanecía meado en el sofá? Yo lo soñé. Vamos, que estaba loca. Al punto que lo tuve que grabar borracho para preguntarle a una amiga si yo estaba viendo cosas.
Delante de todos era el más considerado y tras la puerta mi vida era un infierno. Si reclamaba o discutía me empezaba a grabar (una de las razones por las que nunca dije nada). Obviamente grababa la parte de mis reacciones no de sus insultos o amenazas.
Un chef que yo admiro me hizo una broma en Twitter. El sujeto me recibió furioso. Lo había leído y si yo no ‘ponía en su sitio al chef iría a pegarle’. Tuve miedo así que tuve que ‘cuadrarlo’. Tenía miedo que realmente vaya a buscarlo y le pegue por mi culpa. De esas me hizo N.
Todo lo que decía era mi percepción, me decía cosas horribles que luego negaba, me intimidaba con actitudes agresivas (patear cosas, golpear paredes, etc) hasta que la violencia pasiva pasó a más.
Un día me dijo que se iba a dar una vuelta. Eran las 6 p.m. Se apareció a las 5 a.m. Yo tenía miedo y ansiedad. Ni siquiera estaba molesta así que cuando entró lo abracé porque pensé que algo le había sucedió.
Me cogió de los brazos y me aventó contra la pared. Me dejó los brazos morados por una semana con sus dedos marcados y un chichón en la cabeza.
Al día siguiente dijo que no se acordaba. Me gustaría decir que ahí me armé de valor pero ya no era una persona, era un trapo.
Pensé en morir. Un día me recriminó que yo ganaba menos. Que no era una buena madre. Que no aportaba a este mundo. Fui al techo. Pensé en que debía morir. Vi el vacío y pensé. No sé cómo mi mente tuvo un minuto de claridad.
Bajé y le dije: tienes razón soy una porquería. ¿Por qué sigues conmigo? Por favor recoge tus cosas y vete. ¿Saben qué me dijo? - Que los alquileres están muy caros y que no tenía a donde ir.
Me gustaría decir que lo eché con una escoba pero, recuerden que mi autoestima era la de un wetex de chifa. Tenía terror.
Así que le dije quédate unos días y mientras yo me voy a la casa de mi mamá. Por cierto vivíamos en una casita que mi mamá que nos alquilaba a buen precio. ¡Y se quedó tres meses!. Yes, my fault. Nunca pagó ni la luz ni agua ni el alquiler de esos tres meses.
Mi mamá tenía miedo que se quede de precario. Así que fuimos en plan no agresivo pero insistente.
Había un tema más. Al salir del diario habíamos decidido comprar un auto a medias. A mí me liquidaron primero así que usamos ese dinero para la cuota inicial. A la hora de la separación caí en cuenta que el carro lo había puesto a su nombre.
Me salió con que yo le debía S./50 mil. Le pedí los estados de cuenta. No quería era que me regale nada. Contraté un contador y saben, el balance resultó con 20 mil soles a mi favor. Si, nunca revisé nuestra cuenta mancomunada a la que sólo yo había estado aportando.
La cereza del pastel: Resulta que mientras aún vivía conmigo había embarazado a una mujer (bien ahí amiga, partidazo) #karmaonyourface. Y ahora es el defensor del feminismo en Twitter.
Señales que no vi: 1. todas sus ex eran locas. Incluso una se había desaparecido sin avisar (pobre). 2. era superior a todos y todos eran poca cosa (amigos, colegas etc). 3. Mentiras: que se había graduado, que estaba divorciado, que le había regalado una casa a su ex mujer."
Tras estas declaraciones, diferentes usuarios han mostrado su solidaridad con Marissa Chiappe y le aconsejan que revele el nombre de su agresor.