Este joven gastó sus millas acumuladas para saber cómo viaja Leonardo Di Caprio [FOTOS]

No todos tenemos la oportunidad de viajar constantemente, pero el joven empresario Derek Low lo hace continuamente por cuestiones de trabajo. El hombre acumuló la asombrosa cifra de 93.5 mil millas y decidió canjearlo por un lujoso vuelo de Singapur a Nueva York abordo de un avión de celebridades.

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Low indicó que la aeronave fue utilizada por famosos y millonarios como Leonardo Di Caprio y Morgan Freeman. El joven de Singapur se ahorró 23 mil dólares y no dudó ni un segundo en disfrutar de cada placer que ofrecía la travesía, su aventura quedó registrada en imágenes que publicó en su blog.

Desde el embarque se notaba la gran diferencia con los vuelos comerciales, la sala de espera era exclusiva para clase de lujo. “Pasamos de largo la zona para la clase de negocios donde había alrededor de 50 personas. La administradora tenía tanta prisa como si tuviera miedo de que fuera a sentir náuseas de tanta multitud de ‘plebe’", escribió.

Derek contó que el personal fue cordial y lo saludaba por su nombre “como si fuera famoso" y mientras esperaba el vuelo pidió como aperitivo langosta con quesos gruyere, emmental y cheddar, también agregó a la lista satay de pollo y carne de borrego. Según aseguró fue todo un manjar.

Al entrar a la nave ingresó a los pasillos y vio 12 cabinas lujosas del Airbus A380 de Singapore Airlines, pero solo tres pasajeros estaban a bordo.

“Me preguntaron de inmediato: “Señor, ¿quiere una copa de Dom Perignon?“. Por supuesto que le di la única respuesta posible: “¡sí!”".

En su cabina, una mini suite, encontró cremas y perfumes de la marca Salvatore Ferragamo. El cobertor de la cama, pantuflas, pijama y almohadas eran de Givenchy,  los audífonos de Hugo Boss y los sillones de piel hechos a mano de la empresa italiana Poltrona Frau.

A la mañana siguiente desayunó nuevamente langosta, acompañada de espárragos, tomates cocidos en vino y arroz con azafrán y de almuerzo comió salmón, un filete espectacular y un par de postres deliciosos.

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“Cuando aterrizamos y llegó la hora de dejar el avión, descubrí un problema muy serio: no quería irme a ningún lado. Pero aun así tuve que hacerlo, y Nueva York no resultó ser tan malo”, indicó. ¡Nosotras tampoco nos hubiésemos querido bajar!